27.9.07

Canción de la semana

No es que no sea creativo ni mucho menos, o sí. No sé, lo único que sé es que esta canción me viene acompañando en la palm muy seguido. Y no es que el reproductor sea muy repetitivo, bah... en realidad sí, pero le gusta más Jack Jhonson (así se escribe?); la busco yo. Ya sé que no quieren saber por qué y escucharla de una vez (o no, y solamente reírse de las incoherencias que escribo y de la música de mierde que me gusta), pero se los voy a decir: me viene levantando el ánimo asquerosamente. Y ahora se preguntarán: "por qué ese adjetivo?" o "por qué tan exagerado?" o "por qué tan desubicado?"... La última no se las voy a contestar, ya me conocen... La segunda, tampoco, ya me conocen (bis)... La primera se las voy a contestar para seguir alargando el post y que parezca más interesante (o más pesado): vengo bastante presionado por la facu (y por lo tanto por mi viejo) y necesitaba volar un poco; y para eso la música de siempre no me servía, porque ya me hacía acordar a otras cosas, así que bueno, de repente sonó esto y me pareció un temazo con buenos cambios de tempo y un toque madrigalesco con el detalle de la viola (ya les dije que era exagerado, no lo voy a repetir, de nuevo). Sólo eso me levantó el ánimo. La vengo escuchando al menos una vez por día... y no, no me canso. Y ahora (por fin, o no...) la van a escuchar ustedes.

Ah! Le quiero agradecer a Kiki por hacermela llegar... Este detalle suma para tu Ipod de cumpleaños (?)


18.9.07

La Iliada y la Odiseada

La Iliada.
Hoy fui a lo de una compa de la facu a explicarle Estadística y resulta que vivía en Soldati. Soldati queda en zona sur de capital, casi donde termina al oeste. Algo así como la cancha de San Lorenzo. Resulta que yo estaba en Urquiza que queda algo así como en la otra punta, en plena zona norte. Tenía dos posibilidades: tomarme el 93 y después el 76, algo así como una hora y media de viaje en bondi; o tomarme el 41 al subte "D" y convinar con el "E", e ir hasta la otra punta, o sea, aproximadamente 1 hora y un poquito más.
Resulta que salí a eso de las 12 del medio día. Decidí tomar el subte, viejo conocido mio, y para mí, más confiable; además de que al no ver el camino, me resulta más corto. Cuando me bajo en la estación Varlea, sabía que estaba a 10 cuadras de lo de mi amiga. Lo que no sabía es que en el medio está la hermosa Villa Soldati, a la que casi me meto. Cuando veo que se ponía feo doblé en el "Cementerio de Flores" y cuando termina miro hacia mis cuatro costados, sentí que me había escapado de la civilización: por un lado el cementerio, por los otros 3 pasto y a lo lejos alguna fábrica. Cuando me quiero acordar, veo a un "señor" afilando un cuchillo contra el suelo. Por suerte estaba tan concentrado en eso que no me vio y pude seguir mi camino.
Cuando decido tomarme un taxi o un remise, no encontré uno en aproximadamente una hora, y cuando llego a una parada de taxi, tres fueron los autos que no quisieron llevarme para no traspasar la villa.
Finalmente me comuniqué con mi amiga (estaba sin batería en el celular) y me dice cómo llegar en colectivo, y que me esperaba en la parada, con la suerte que la parada estaba tapada por micros escolares y no la vi, por lo que me bajé en la siguiente y la esperé allí por una hora más. Me di cuenta que no estaba bien, por lo que me puse a seguir el recorrido del colectivo y, divina providencia de por medio (POR FIN UNA BUENA), encuentro la calle. Caminé cinco cuadras y llegué.
A todo esto eran las 4 de la tarde, o sea, cuatro horas de viaje.

La Odiseada
Cuando decido volver, ya era tarde, y mi amiga me acompaña a la parada del colectivo y esperamos el 76, que esta vez me tomaría hasta Chacarita para convinarlo con el 93. Debe haber sido aproximadamente una hora en el 76, sin conocer ni vagamente los lugares que pasaba, hasta que descubro Av. Dorrego y Chacarita. Ya el viaje en el 93 fue un placer, paisaje conocido y poco más de media hora.

Que mal viajar tanto, ahora el viaje a la facultad me parece una boludez.

7.9.07

Ciao Luciano

Uno de mis ídolos de la infancia... obviamente influenciado por parientes melómanos, era él: Luciano Pavarotti. Un tenor excepcional, que disimulaba sus pocos conocimientos técnicos y estudios, con una voz naturalmente excepcional. Y siempre quise cantar cómo él. Obviamente no estoy ni cerca de cantar cómo él, pero siempre busqué acercarme. No sé, creo que ahora voy a cantar con más ganas, porque con cada nota por encima del sol recordaré su amplísima voz. Y porque por más que no esté más entre nosotros, siempre va a ser mi modelo de cantante.